martes, 5 de marzo de 2013

Nuestro encuentro con los chimpancés, por Helena Nueda

... Continuamos el paseo y a la vuelta nos encontramos con Javier:

-Nada chicos, el otro grupo de momento no vio ningún chimpancé; vayan yendo hacia la recepción a ver si les convenzo y salimos nosotros en un rato, sin tener que esperar a después de comer.

Al ratito de llegar a la recepción-cabaña, Javier nos dice que finalmente saldremos enseguida.
Pasamos a un saloncito en el que nos explican un poco las rutinas de los chimpancés, que a veces no se dejan ver,y bueno, directrices a seguir en la marcha; no separarse del grupo, no hablar alto...

Ya estamos dentro, a tan sólo unos metros del camino principal. La diferencia de temperatura es notoria, mucho más fresco; no hay camino, vamos avanzando con cuidado entre infinidad de plantas, ramas con formas imposibles que salen de las cortezas de árboles con troncos multiformes, líquenes, helechos gigantes, restos de frutos y... barro. La humedad es alta, pero al estar todo en sombra la sensación no es ni parecida a la subida a las cataratas de ayer.

El bosque parece sacado de un cuento de hadas y gnomos, en teoría hay que mirar hacia arriba, a las copas de los árboles para ver si encontramos chimpancés: pero yo al menos decido mirar dónde piso para no caerme.

Hay que tener cuidado con algunas raíces que están medio desenterradas, con líanas  que cuelgan de los árboles, pequeños arbustos y...¿qué es eso? De pronto me fijo en unas montañitas que hay en el suelo a cada poco, unas veces están de dos en dos, otras veces en más grupos o incluso solas. Parecen cacas puestas de pie...río silenciosamente mi discurrir y se las señalo a Abel que me mira con cara de "ni idea".

Continuamos avanzando detrás de nuestro guía, que de vez en cuando se para para hablar con los otros guías por el walkie.

Insisto al quedarme embobada mirando este lugar que te sobrecoge, es verdaderamente mágico...

"Bien!" pienso, más adelante veo al otro grupo miramdo hacia arriba; Anuka nos hace aspavientos señalando unas ramas, no veo nada, seguimos avanzando hacia ellos ahora más rápido; Mercé va delante, me aparta algunas ramas y yo se las aparto a Abel que viene detrás, doy un traspié y me sujeta antes de aterrizar, qué pato soy.

Por fin estamos todos juntos de nuevo, y ahora sí les veo: una cría de chimpancé nos mira desde arriba, entre las ramas asoma la carita mirándonos con curiosidad. La mamá está dos árboles más allá, sin perder detalle de lo que hace su pequeñín....

No hay comentarios: